El centro histórico de la ciudad se extiende como un gran lienzo adornado por sus alegres y decorativas casas coloniales de robustas paredes, ventanas soñadoras y sobre todo, la particularidad de los balcones que lo engalanan y nos recuerdan los aromas de la historia colonial y señorial de la antigua Zipaquirá.
Como detalle se aprecia que la mayoría de estos, fueron elaborados con ausencia extrema de piezas metálicas evitando así el deterioro causado en tiempos pasados por el ambiente salino producto de los hornos de sal que circundaban el pueblo.